martes, 16 de agosto de 2011

Memories

Sandra tiene cuatro años y el cuerpecito poblado de ronchitos de una recién varicela; viene a verme todos los días cuando la digestión le frustra el juego temblante y tropezón en la piscina.
Tiene Sandra naturaleza delgada y estirada y la ternura infinita y propia de su infancia estrenada.
Suele inundarme la casa con pequeñas flores blancas y estrujados pétalos de la bungavila del jardín; esto es, una planta trepadora que en verano se transforma fucsia, para su desgracia, pues si no son las abejas las que aprovechan su llamativa presencia, son las diminutas manos de Sandra quienes arrebatan sus partes. Aún, de vez en cuando, doy con una de estas flores en los rincones; creo que en los últimos días, a juzgar por la mirada inquisitiva que denota al ofrecerme los pétalos de bungavila estrujados en los puños, Sandra comienza a tener la terrible sospecha de que no los guardo.

Sandra en ocasiones me pide juegos y que aparente ser su hija -a pesar de doblar su estatura-, y yo, que es en lo que más práctica tengo, cojo y lo hago; y ya no se hasta que punto es divertido comerse dos kilos de cerezas invisibles o tomarse tres trasparentes biberones de chocolate.

Sandra es una niña lista, y en su agudeza tremendamente cariñosa, capaz de colmarte de mimos y besos, hasta que al fin consigue de su considerada victima, una explicación que la satisfaga de "Por qué ha salido la luna si aún es de día". Yo, que tampoco lo tengo muy claro -cosa que prefiero-, le cuento alguna historia que la contente, y Sandra marcha tranquila, torpe y sonriente, a traerme pétalos de hortensias, y meditando acerca de "quién manejará la polea que sostiene el sol y la luna, que debe tener problemas de equilibrio". Sandra es lista, pero esto no implica que sea ingenua y crédula.

Son estupendos los niños, que desnudan nuestra necedad e ignorancia, y ni siquiera son conscientes de ello.
Sandra sesea al hablar, como suma de su escasa edad y sus dientes aún desiguales y es capaz de repetir doscientas veces una frase, si considera que no se la ha escuchado.
Con la justificación de la pureza de sus actos y palabras, todo lo juzga y sentencia, y a menudo me pregunto si habrá mas justicia en ella que en aquellos que le doblamos la estatura. Es en esa inocencia en la que se enfunda para entrar, como Pedro por su casa, en tu jardín, en tu casa, en tu sonrisa.

Es tal surrealismo infantil, tan contrariamente objetivo y paralelo a su desnudo subconsciente, el instinto hacia la creación de rapidísimos sueños, visiones y realidades lo que más me sorprende de Sandra.

No conozco muchos niños, y tal vez Sandra sea como todos de los que no sé nada.
Tal vez su varicela sea semejante a la del resto, y quizá su hablar seseante no sea sólo suyo; supongo que cualquier niño se sentirá irremediablemente atraído por la bungavila, por la silueta de la luna en el cielo frente al sol, empeñado en jugar con un sinfín de objetos inexistentes, esperanzado en construir un avion "de verdad" con una caja de madera de transportar melocotones.

Sin embargo Sandra es distinta, ha de serlo quien me empuja a toparme con estupendos descubrimientos. El mayor de ellos, un trebol de cuatro hojas, lo encontré entre un ramito de lavanda que Sandra me alcanzó la semana pasada. Tropecé con la idea de guardarlo en un libro gordo y secarlo, y ahí estaba, distinto, surgiendo humilde entre el morado, con sus cuatro lágrimas verdes plegadas sobre su necesidad de humedad, así que lo aparté, lo estiré, lo admiré, lo comprobé y lo compuse entre estas páginas de escritura torpe que ya lo guardan y que quizá, dentro de mucho tiempo descubran para la ya no tan pequeña Sandra que, confusamente, entre el envejecido aroma a lavanda, recordará el tacto de la bungavila.




-Victoria Perez Herreros, Villapatro. 
"Relatos de Verano" Periódico La Rioja.
Sábado 2 de Septiembre de 1995

2 comentarios:

  1. ¡Me ha encantado ese texto! Dice unas cuantas verdades sobre los niños, y es muy agradable de leer... ¿Qué te ha llevado a ponerlo aquí?

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  2. Tenía que poner este texto sí o sí, ya que es muy especial para mi, me trae recuerdos muy bonitos. Me lo escribieron cuando tenía 4 años y lo publicaron en el periódico. Ahora tengo colgado el recorte en la habitación de mi cuarto :)

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